Si viviésemos en una sociedad en donde la poligamia fuera lo moralmente correcto, nuestro concepto de fidelidad tal vez sería muy distinto. Sin embargo, en esta cultura nuestros valores de pareja, así como las emociones que éstos implican, están construidos en torno a la figura de la monogamia. Así, quien mantiene una relación amorosa o sexual a escondidas de su pareja "oficial", es considerado infiel, mentiroso o traicionero.
Por más seguros que nos sintamos de la relación que hemos construido, no dejan de acecharnos las dudas de vez en cuando. En algún momento nos preguntamos si nuestra pareja nos engaña. A veces ni siquiera hacen falta evidencias, basta con escuchar lo que nos dicen las tripas, porque la intuición va elaborando conclusiones a partir de pequeños indicios. Aquellos que han sido engañados con anterioridad, por ejemplo, son mucho más receptivos o sensibles al mínimo gesto de coquetería o a una actitud fuera de lo habitual.Además de la honestidad, lo que se pone en juego en una infidelidad es la confianza, o mejor dicho, la falta de confianza para plantear nuestras necesidades de manera abierta antes de que se conviertan en crisis. Y es que hasta en este aspecto nos han educado para remediar, no para prevenir.
Una infidelidad es signo de que algo falta en la relación. Desafortunadamente, hasta que ocurre uno se pregunta si se pudo haber evitado. La respuesta de los terapeutas es que sí, pero debe trabajarse desde los cimientos, es decir, desde los acuerdos. Si bien crecimos en un modelo estático de pareja, tenemos la capacidad de ajustar el modelo a nuestras necesidades. Cuando una pareja tiene la madurez y la creatividad para hacer sus propias reglas, respetarlas y ser capaces dialogar para cambiarlas cuando sea necesario, es difícil que ocurra una infidelidad.
Para que una relación sea duradera, hay que estar dispuestos a crecer y cambiar juntos, aunque eso no necesariamente ocurra al mismo tiempo. Por eso es importante ser solidarios y estar al tanto de lo que le ocurre a nuestra pareja para poder enfretnar los altibajos juntos. A veces, por la carga de trabajo o los propios problemas, no nos damos cuenta de que nuestra pareja ha comenzado a alejarse y, probablemente, ya esté buscando en otra parte lo que le falta en casa. Rea Frey y Stephanie Alexander, autoras de The Cheat Sheet, identificaron algunos signos que indican cuando ha llegado ese momento:
- La pareja habla constantemente de una persona que antes no conocía, la menciona una y otra vez en las conversaciones y cuando lo hace, muestra una emoción positiva, un brillo en los ojos o una sonrisa reprimida.
- Usa su celular como si estuviera recibiendo mensajes del FBI, se aparta de ti para responder el teléfono o los mensajes. Lo mismo ocurre con la computadora, sólo la usa en ambientes privados y cuando alguien se acerca a la pantalla, esconde las ventanas.
- Está a la defensiva, o bien, se muestra ausente emocional y físicamente.
- La actividad sexual toma un ritmo extraño, suele haber más demanda o simplemente... nada, incluso puede llegar a mostrar nuevas habilidades en la cama.
- Le salen viajes sorpresivos o compromisos inexplicablemente largos.
- Trae olores extraños en el cabello, perfumes, maquillaje, humo de cigarro...
- Quizás no haya un cambio radical en su look, pero sí en la intención de su arreglo personal.
Estos signos no son una verdad inamovible, sin embargo, después de estudiar cientos de casos, las autoras encontraron que cuando varias de estas actitudes se dan en nuestra pareja, lo más probable es que sea momento de sentarse a conversar, no para establecer acusaciones, sino para transparentar la relación y, si aún es tiempo, prevenir un dolor futuro. Nadie dice que sea fácil hablar sobre el tema, de hecho es casi un tabú que da lugar a muchas especulaciones. Lo importante, en todo caso, es no sentirse enojado antes de saber la verdad; hay que hablar desde el amor y bajo el entendimiento de que la honestidad -aunque duela en su momento- es una vía hacia la libertad.
¿Y tú, cuál crees que sea otra señal de infidelidad?
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